Hacerse de oro ya no es sinónimo de riqueza individual, sino que también puede extenderse a unidades territoriales. Alemania parece que está apostando fuertemente por el metal dorado, en una práctica que recuerda mucho a las empleadas después de que, tras la Segunda Guerra Mundial, sus reservas se quedaran hechas triza.

Fue entonces cuando los germanos fueron tomando la decisión de agrandar su cantidad de lingotes con el fin de afrontar épocas oscuras, como sucedió después de las dos grandes contiendas continentales. Con la llegada de la guerra fría, el oro alemán quedó repartido por varios territorios, principalmente en la Reserva Federal estadounidense, en Francia o en el Banco de Inglaterra.

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Sin embargo, a lo largo de las vacaciones veraniegas se dio a conocer que el país germano tomó la decisión de traer de vuelta la mitad del oro que estaba siendo custodiado en otros países, debido a un auto del tribunal de cuentas, que solicitaba “verificar la autenticidad y el peso” de todas esas reservas. Al César lo que es del César, en otras palabras.

Y es que Alemania se ha hecho de oro, valga la redundancia, en los últimos diez años. En esta década ha multiplicado por cinco su nivel de compras y ya tiene en sus arcas hasta 120.000 millones de euros (141.000 millones de dólares), lo que asciende a alrededor de 3.378 toneladas. Por eso, es el segundo país que tiene más reservas de este metal precioso por detrás de Estados Unidos, que cuenta con más de 8.000 toneladas. Casi nada.

Fuente: YahooFinanzas.com


Source: Economia