La economía de Venezuela se encuentra en una situación límite. Cada pieza de su engranaje está fallando y la última consecuencia de ello es que el riesgo de que el país incurra en un impago se ha disparado. Lo reflejan los CDS (credit default swap, en sus siglas en inglés) del país que preside Nicolás Maduro, que rondan los 5.000 puntos, por primera vez desde mayo del año pasado. Hace dos meses estaban en 3.000 puntos.
Esto significa que por cada seguro de impago que contrate un inversor para cubrir la deuda que tiene de Venezuela debe pagar el 50% de la cuantía total -ahora mismo por cada 10 millones de dólares que se quiera asegurar se debe pagar 5 millones-. Y la comparativa es aún peor. Los CDS de Grecia -el país en el que es más caro el escudo contra impago- se encuentran en los 615 puntos, aunque llegaron a superar los 25.000 puntos en los días previos al rescate de la Unión Europea en 2012.
Países de la región, como Brasil y Argentina, cuentan con seguros de impago que oscilan entre los 202 y los 341 puntos, respectivamente; mientras que economías como EEUU -en 29 puntos-, España -en 67 puntos- o Reino Unido -en 18 puntos, a pesar del Brexit- se sitúan en niveles muy inferiores.
Desde finales de 2014 los CDS de Venezuela han sido los más costosos del mundo, cogiendo el testigo de Argentina, que emuló ese mismo año un amago de corralito -como el que vivió en 2001- cuando el Gobierno de Cristina Kirchner decidió levantar parcialmente el denominado cepo cambiario, lo que significaba, básicamente, que volvía a ser legal cambiar pesos por dólares.
En marzo de 2016 las protestas contra el régimen bolivariano se recrudecieron de tal manera que sus seguros de impago llegaron a superar los 10.000 puntos. Para ese mismo mes, el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registró hasta 538 protestas ciudadanas, el equivalente a 18 manifestaciones diarias, que han virado hacia enfrentamientos más virulentos en las calles de Caracas este verano.
La cuestión es ahora cuándo se puede producir el impago. Según las probabilidades que recoge Bloomberg, no será, en ningún caso, este año. La posibilidad de que Venezuela quiebre se estima, como pronto, para 2019, según las posibilidades implícitas que recogen los CDS del país. A partir de 2021, la estimación se dispara por encima del 90%.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que la economía venezolana siga en recesión también este año. Proyecta una contracción del PIB (producto interior bruto) del 12% -hace sólo tres meses hablaba de una caída del 7,4%- que vendría a ahondar más en el desplome del 18% que ya vivió el año pasado, según sus estimaciones a falta de las oficiales. El Banco de Venezuela no da datos de crecimiento del PIB desde 2013 y tampoco del IPC (el indicador de precios al consumo) desde el último trimestre de 2015. Y este es el otro gran problema al que se enfrentan los venezolanos.
El organismo que preside Christine Lagarde habla de tasas de inflación del 720% en 2017 y de hasta el 2.000 por cien el próximo año, lo que da idea de la imposibilidad de controlar los precios en un país que sufre desabastecimiento de bienes básicos y con una divisa que ha tirado por tierra todo su valor. Bloomberg calcula que en el mercado negro un dólar se intercambia por más de 10.000 bolívares. Y una vez más es la única referencia fiable, porque el Gobierno de Maduro manipula, dicen distintos organismos internacionales, los tipos de cambio de tal manera que no es creíble la referencia del dicom, el mercado oficial, donde un dólar es el equivalente a poco más de 10 bolívares.
El problema de la deuda
En un contexto económico absolutamente descontrolado, la deuda de Venezuela asciende a 88.549 millones de dólares, según Bloomberg. En los tres años que restan de la legislatura de Maduro -de 2013 a 2019- el régimen bolivariano debe hacer frente al pago de un 13% del total, lo que implica vencimientos por valor de 11.600 millones de dólares. Todo esto salpica, por ende, a la rentabilidad que se exige al bono venezolano, disparada hasta rozar el 30%, siete puntos porcentuales más que el 1 de enero, cuando estaba en el 23%. Además, las tres mayores agencias de calificación -Moody’s, S&P y Fitch- mantienen a la deuda venezolana como bono basura, en el escalón más bajo del ranking en el caso de las dos primeras.
Ahora bien, es imposible pensar que esta situación es exclusiva del Estado y que no ha permeado los diferentes estratos. En el punto de mira están desde hace meses gigantes del país como Petróleos de Venezuela. “La compañía es el perfecto ejemplo de las siete vidas que tiene un gato, pero ¿quién está contando?”, se pregunta Jaimin Patel, experto del sector de Bloomberg, “tras años en los que ha sido capaz de encontrar caminos insospechados para hacer frente a sus vencimientos de deuda”.
No hay que olvidar que, a pesar de todo, Venezuela es el país con mayores reservas de petróleo del mundo, aunque esto no haya impedido a su presidente granjearse enemigos tan poco adecuados como EEUU, donde se refina un tercio del crudo que produce. Donald Trump, que tampoco suele quedarse corto en sus amenazas, ya ha anunciado su intención de embargar las importaciones venezolanas para tratar de forzar así la dimisión de Maduro.
Fuente : BancayNegocios.com
Source: Economia
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