Un mes y medio después de publicar un polémico decreto migratorio que acabó siendo bloqueado por los tribunales, el presidente de EEUU, Donald Trump, ha rectificado y ha firmado hoy, en privado, una nueva versión que da marcha atrás en algunas de las medidas más discutidas, aunque mantiene intactos gran parte de sus puntos.

Al contrario que el decreto original, firmado ante las cámaras y con gran publicidad, este ha sido rubricado sin testigos, anunció el secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer. La orden se aplicará a partir del día 16 de marzo y no de forma inmediata, otra diferencia con su predecesora, ya que la inmediatez fue uno de los motivos del caos en su aplicación. Este nuevo decreto, además, se extiende a la hora de justificar sus decisiones, aunque apenas cambia su contenido.

La nueva orden, publicada ya en la web de la Casa Blanca, mantiene la paralización durante 90 días de la entrega de visados a ciudadanos de seis países de mayoría musulmana (Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen) y la congelación de los trámites para aceptar a nuevos refugiados durante 120 días. En ese tiempo, Trump ordena al secretario de Seguridad Interior revisar los protocolos para endurecer los requisitos y bloquear permanentemente a todos los refugiados o solicitantes de visados de países que no colaboren lo suficiente con EEUU. Además, establece la reducción del cupo anual de acogida de refugiados de los 110.000 actuales a 50.000. Su motivación es un reciente informe, que varios miembros del departamento de Seguridad Nacional han tildado de “sesgado” en declaraciones a los medios, que alega que “300 refugiados” están siendo investigados por sospechas de terrorismo.

La mayor diferencia frente al decreto anterior es que Irak desaparece de la lista de países vetados, lo que el Gobierno explica por la “colaboración cercana” con el Gobierno iraquí y la decisión del país árabe de endurecer de las condiciones para viajar a EEUU desde la publicación del anterior decreto. El otro cambio es que el documento permite explícitamente la entrada a todos aquellos que ya tuvieran visados, permisos de residencia o pasaportes de otros países, algo que no establecía la orden anterior y que levantó enormes críticas entre la oposición y los organismos de derechos civiles.

En una conferencia de prensa, el secretario de Estado, Rex Tillerson, afirmó que “la orden ejecutiva firmada por el presidente para proteger al país de la entrada de terroristas extranjeros es una medida vital para fortalecer nuestra seguridad nacional” y pide a sus aliados que entiendan esta medida “temporal”.

Aun así, estos cambios pueden no resultar suficientes para los tribunales, que ya anularon el decreto anterior y que muy probablemente reciban una denuncia en cuestión de horas. La corte de apelaciones de California que bloqueó el anterior dijo en su auto que limitarse a aceptar la validez de los visados ya emitidos no sería suficiente para salvar sus problemas legales, mientras que un juez federal de Virginia insistía en que la raíz de su ilegalidad era su objetivo en la práctica de “vetar a musulmanes”, lo que violaría la primera enmienda de la Constitución. La Organización de Libertades Civiles de EEUU respondió a la firma alegando que el nuevo documento “mantiene los mismos errores fatales” y anunció que volvería a llevarle ante la justicia. Los tribunales vuelven a tener la última palabra.

Fuente: ElEconomista.es


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