En lugar de costosos y elaborados disfraces con brillantes lentejuelas, en el Carnaval de este año se esperan atuendos más asequibles con bigotes falsos, sombreros y tiaras.
Los aficionados al Carnaval buscan gangas antes de la mundialmente famosa fiesta de Río de Janeiro, que está a punto de comenzar en medio de una prolongada crisis económica que está afectando a los bolsillos y a la multitud de negocios que dependen de esta fecha para obtener gran parte de sus ingresos anuales.
Todavía hay boletos disponibles para los desfiles, los patrocinadores decidieron no financiar fiestas callejeras y se espera que los hoteles estén más vacíos que el año pasado, que también fue decepcionante a nivel económico por las preocupaciones sobre el virus del zika que desanimaron a algunos turistas extranjeros y la recesión que deprimió el gasto local. “El año pasado no fue genial, pero aún teníamos los Juegos Olímpicos para compensar el Carnaval.
Ahora podemos notar que hay una reducción real”, señaló Cristina Fritsch, presidenta de la asociación de agentes de viaje de Río. “La seguridad también preocupa a la gente en un momento en que funcionarios públicos, incluyendo la policía, amenazan con ir a la huelga”, añadió.
Más de 4% se estima que se contrajo la economía de Brasil y que el desempleo llegó al 12% El departamento de Turismo de Río espera atraer a un millón de personas que gastarán alrededor de 3.000 millones de reales brasileños (US$950 millones) en la ciudad durante las fiestas, entre el 24 y el 28 de febrero. Si se cumplen las previsiones, se repetirían los resultados del año pasado.
Los hoteles estiman que sólo tendrán un 72% de ocupación, unos 14 puntos porcentuales menos que el año pasado. Aunque los festejos arrancan el viernes, todavía quedan unos 800 boletos de grada para el desfile, que normalmente suelen agotarse justo después de Año Nuevo.
Muchas de las butacas de tribuna para la exhibición de carrozas, en el que participan celebridades locales y mundiales, se han distribuido entre las escuelas de samba que participan en el espectáculo. Los organizadores quieren asegurarse de que las cámaras de televisión no captan espacios vacíos.
El gobierno del estado de Río acusó el impacto de la crisis como pocos otros: los salarios de sus funcionarios llevan meses demorados. Las protestas violentas se han convertido en algo habitual mientras el parlamento local considera varias medidas de austeridad. A principios de mes, la policía militar del vecino estado de Espirito Santo estuvo una semana en huelga, un parón que coincidió con un repunte de los asesinatos y otros delitos.
El temor a que la policía de Río pueda adoptar una medida similar fue tan grande que el presidente del país, Michel Temer, movilizó a 9.000 soldados para patrullar en el estado.
Comercio En las zonas comerciales más populares de Río, esta semana las tiendas están llenas de productos sin muchos clientes. Los disfraces completos de Carnaval, con precios que oscilan entre los 30 reales (unos US$10) y los 3.000 (sobre US$1.000), no se venden.
En lugar de en los brillantes trajes que los transformarían en arlequines, policías, enfermeras o en Mujeres Maravilla, los fiesteros están más preocupados por encontrar un buen precio.
Claudio Muniz, que gestiona una tienda de Carnaval en el centro de Río, dijo que las ventas en enero fueron nulas y que solo en los últimos días los clientes empezaron a buscar gangas. “El año pasado ya fue malo. La gente solo compró kits”, dijo Muniz. “No subimos los precios, pero la gente sigue pensando que es caro”. Incluso las buenas noticias sobre el Carnaval a nivel nacional son malas para el de Río.
Las tiendas de Sao Paulo, la mayor ciudad del país, prevén aumentar sus ventas un 6%. Pero esto se debe a que muchos de los fiesteros que suelen viajar a Río optaron por quedarse en casa.
Para la amplia mayoría de los cariocas, como se conoce a los residentes de Río, las del Carnaval son siempre fiestas callejeras, conocidos como “blocos da rua”. Pero incluso los 451 “blocos” de la ciudad podrían resentirse este año. “Los patrocinadores se han ido, el ayuntamiento no ayuda y nadie quiere poner pertenencias personales como autos a la venta para celebrar el Carnaval”, señaló Rita Fernandes, una de las organizadoras de un “bloco”. “Si no hay ayudas, muchos de nosotros, incluso blocos que han existido durante 30 años, podríamos desaparecer pronto”.
Fuente: Emol.com
Source: Economia
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