Cuando escuchas la palabra disciplina, ¿qué te viene a la cabeza? ¿Te sientes como pez en el agua o más bien angustiado? A pesar de que la disciplina es un comportamiento básico para alcanzar nuestros objetivos, lo cierto es que no suele tener una imagen favorecedora para la gente en general. Las compañías más notables se someten a una rutina rigurosa, y eso significa a menudo privarse de algunos placeres y extremar el esfuerzo, a veces de forma agresiva.
En los Yoga Sutras de Patanjali, uno de los cinco niyamas (o prácticas de autodisciplina) es el conocido como Tapas. Su práctica abarca desde el ayuno al voto de silencio; y desde luego, eso cumple perfectamente con la visión restrictiva de la disciplina. En cualquier caso, seguirlas implica trabajar para purificar, renovar y restaurar nuestra vitalidad.
Disciplina es el lugar donde se encuentran el esfuerzo con lo fácil; y caminar por esa línea es el secreto que la gente exitosa ha dominado. Digamos que es la receta de la coca-cola de todos esos profesionales que han alcanzado la cima. Pero uno no nace con la capacidad de ser disciplinado: es algo que tiene que aprenderse y llevarse a la práctica. Comienza a incorporar la disciplina en tu vida.
Responde en lugar de reaccionar. actuar desde una posición de equilibrio mantiene a raya las decisiones apresuradas, el agotamiento de la fuerza de voluntar y el auto-sabotaje. Las reacciones tienden a originarse en un lugar de miedo e incertidumbre, mientras que las respuestas crecen desde los valores. “Si la visión es la cabeza y la misión es el corazón, entonces los valores son el alma”, escribió John C. Maxwell. Cuando respondes de acuerdo con tus valores, evitas la trampa de retroceder, apostando poco y afincándote en el miedo.
Comprometerse a hacer primero las tareas difíciles. Estamos configurados para alejarnos de la incomodidas, incluso si somos conscientes de que pasar por ello puede suponer una mejora para nosotros. Esta naturaleza nos engaña para hacer primero las tareas fáciles y posponer lo demás. De esa forma permitimos que el estrés, la ansiedad y el peso de las acciones nos saturen. Cuando empiezas primero a hacer las tareas difíciles, tus días se vuelven más plácidos; de lo contrario, se convierten en una lucha constante por trepar a la cima a través una cuesta de mucha pendiente.
Adoptar una práctica de meditación matutina para aumentar la conciencia. Meditar a primera hora de la mañana te sitúa inmediatamente en un estadio mental superior. Ahora que estás en un punto de vista más elevado, estarás libre de los pensamientos automáticos que acompañan al comportamiento pautado. Aumentar tu conciencia te da la libertad de tomar nuevas decisiones basadas en el aquí y ahora. A medida que estás más presente irás consiguiendo el superpoder de crear nuevos hábitos con facilidad.
Recuérdate siempre que puedas por qué estás adoptando una disciplina. Tener siempre en mente los objetivos por los que te estás comprometiendo a seguir un determinado camino puede ser más importante que el camino en sí. Danielle LaPorte, autora de The Desire Map, escribe: “Todo lo que hacemos está impulsado por el deseo de sentirnos de una manera. No estás persiguiendo el objetivo en sí mismo, estás persiguiendo un sentimiento”. Es mucho más probable que sepamos qué acciones tomar y cuáles desechar si nos centramos en cómo queremos sentirnos en lugar de lo que vamos a conseguir. Esto nos coloca en un punto de vista más personal, de trabajo para nosotros mismos, en lugar de un estado de constante esfuerzo. Recuérdate a diario esos sentimientos que quieren alcanzar colocando imágenes y palabras inspiradoras a la vista.
A medida que abraces la disciplina, vas a aprovechar más tu propio poder y confiar menos en que la fuerza te acompañe.
Fuente: Forbes.es
Source: Economia
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